… y pasó la excursión a Mundo Park.
Sensacional día de sol y buena
temperatura nos acompañó en la visita a Guillena, al zoo de Sevilla. Puntual, a
las 9h. salió el autobús desde Hinojales para recoger a Cañaveral unos 20
minutos más tarde. Después de 1 hora y media de tranquilo viaje con conocidas
canciones de excursión como banda sonora, llegamos al parque. Nos recibieron
las monitoras y tras pasar por taquilla,
la guía Eva, se dispuso a
llevarnos por el largo recorrido mañanero que nos adentraba en plena naturaleza
salvaje.
Tras
dos horas y media de caminata por un angosto pasillo con subidas y bajadas
podíamos ver toda la flora y fauna que se encontraba en el parque. Leones,
tigres blancos, monos, loros de todo tipo, pumas, jaguar, llamas, canguros, cocodrilos,
tortugas… nos iba mostrando Eva, enlazando cada explicación sobre la vida del
animal, sus costumbres o su llegada al zoo. Nos decía que casi todos los
animales habían llegado cedidos por otros parques, o incluso personas
particulares que ya no los podían tener como mascotas. Nos hablaba, por
ejemplo, de un mono que había sido decomisado por la policía a una persona que
lo transportaba ilegalmente, sin papeles, a su domicilio. Tortugas que habían
crecido demasiado y en vez de abandonarlas las habían llevado allí. Muchos de
ellos habían nacido allí en cautividad, algo de lo que se sentían especialmente
orgullosos porque es bastante difícil.
Cuentan con varias estrellas televisivas ya que un mono, un papagayo, un
perro, un león y un caballo son utilizados habitualmente en anuncios de
televisión.
A
las 11:30 h, momento para el bocadillo y merecido descanso en el parque de los
bonsáis. La flora también es muy variada con especies de todo el mundo. Nos
adentramos en la jaula de los lémures para pasar a otro camino. Observamos
varias clases de búhos, buitres, águilas y córvidos. Al final del recorrido nos
sorprendemos al ver un enorme toro negro cruzado, fruto de una vaca Batusi y un
toro de lidia. Imponía respeto. Mucho capote haría falta para torearlo.
A
las dos, como mandan los cánones, comiendo. Entre hamburguesas, albóndigas y
macarrones se entremetía algún que otro bocadillo de reserva, al que se le
hacía un hueco. El comportamiento en el comedor de todos, fue ejemplar.
Tras
llenar los estómagos, al taller de huellas. Modelaron un trozo de arcilla y las
monitoras plasmaron en ella una huella de un ave. Le pusieron su nombre y lo
colocaron al sol para que se secara y se endureciera. Seguidamente nos fuimos a
la exhibición de vuelo de aves rapaces, donde José Manuel nos enseñó el vuelo
de un águila Harrier, ejemplar americano pero criado en Huelva. Cristina, muy
valiente, se ofreció voluntaria para que se posara en su brazo después de un
vuelo. Después nos fuimos a una carpa para ver el espectáculo ecuestre. Juan
Luis, el dueño de todos los animales, que no del parque, nos mostró tres
magníficos ejemplares de caballos.
Con
el primero, un bonito caballo blanco con una crin espectacular, nos mostró el
baile de salón a pie. El segundo, con un colín castaño nos enseñó como se
entrena un caballo de rejoneo con el carro de toreo y doma a la vaquera. Para
terminar sacó un bellísimo caballo negro con el que nos mostró la doma clásica.
De allí nos fuimos al tiovivo donde algunas maestras hicieron sus pinitos montando
a caballos de princesas, con vuelta a la infancia. Los niños y niñas tampoco lo
pasaron mal.
Llegó
la hora de irnos, después de comprar un helado, algún recuerdo, despedirnos de
las monitoras y el saluda al dueño.
Todos
lo pasamos muy bien y coincidimos en el éxito de la excursión. Pero sobre todo,
creo yo, que fue un éxito que de 55 alumnos y alumnas que tiene nuestro colegio
55 fueran a la excursión. Como dice un proverbio chino: “si quitas las hierbas
malas, verás florecer el campo”. El trabajo de varios años, se ve recompensado.
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